sábado, 23 de junio de 2012

El Casino Veracruz




El miércoles por la noche me dispuse a prepararme para ir al “Casino Veracruz”; tuve que buscar donde se localizaba tal sitio en internet. Por alguna extraña razón dejé la pagina del Casino abierta, para mi sorpresa cuando salí de bañarme el ambiente ya estaba en el aire al ritmo del “Negrito Sorullo”.
Alrededor de las 10 de la noche, la hora que habíamos establecido encontrarnos los compañeros, estaba frente al Casino Veracruz, debo admitir que el lugar me parecía desolado y peligros pues pocas luces se veían en la calle y algunas paredes tenían grafiti. Al estar ahí pude escuchar las mañanitas que toco el grupo musical, felicitaban a Lety o Bety realmente nunca lo supe.
Supongo que, como mal habito que tenemos, no era de sorprenderse que tuviera que esperar a mis compañeros algunos minutos, el primero en llegar fue Víctor. Su primer comentario, después de un “Hola” claro está, fue que pensaba que el lugar era diferente, un poco mas “feo y peligros” o al menos eso expreso; a penas le estaba comentando que a mi no me parecía un lugar “tan seguro” cuando vi pasar por la calle dos chicas y un joven en bicicletas, situación que me hizo pensar que tal vez no era un lugar inseguro, solo que a mí me lo parecía porque nunca antes había estado ahí.
Minutos después llego David, estacionó el carro frente al casino, Víctor dijo algo, no recuerdo qué, pero utilizo el termino franelero para referirse a un señor, de unos 50-55 años, que te daba indicaciones para estacionarte, me pareció interesante que él señor le dijera, “¿Cómo que franelero? Ya me fregaste bien gacho”, pensé que no se sentía cómodo con el término, a lo que Víctor, un poco apenado, pidió disculpas.
Nos dispusimos a entrar, la inspección de seguridad fue inevitable, solo que pude notar que no fue tan exhaustiva como con otras personas, puesto que en mis minutos de espera me dispuse a ver detalles como esos. Entramos y decidimos tomar una mesa cerca de los músicos, con la excusa de que ahí veríamos mas cosas que suceden en el lugar, en ese momento me sentí extraño, sentí que de pronto íbamos a estudiar el ambiente del Otro como si fuera alguien raro y no a encontrarnos con él.
Tomamos una mesa para seis, solo éramos tres pero esperábamos que llegara un amigo de Víctor. Pronto se acercó el mesero, un señor de unos 40-45 años de bigote y un poco gordito, nos proporciono un menú, pedimos una cerveza, una michelada y un refresco (si, el refresco fue para mi). Sin más tardanza llegó el encargo acompañado de unas servilletas y un muy sincero, percibí yo, “Que se diviertan mucho”.
El lugar estaba aun cuarto, poco mas quizás, de su capacidad, eran mesas cubiertas con manteles azules y sillas plegables de fierro con cojines negro, una pista de baile con un techo que tenia un material que permitía se reflejaran las personas bailando, un escenario para lo músicos con un techo de espejos en forma de picos. En la mesa de a lado había nueve personas, dos globos y un pastel, supuse que era la cumpleañera que habían felicitado los músicos minutos antes, otra mesa más que llamó mi atención tenia personas de diferentes edades, parecía una familia, mas tarde descubrí que había ido a celebra algo, no supe que, los músicos lo hicieron evidente.
La pista de baile era el alma del lugar, bastaba que comenzara una canción para llenarla de personas de casi todas las edades (digo que casi porque no vi a alguien de nuestra edad en el lugar). Había parejas que parecían de la misma edad, una de un joven de unos 25-30 años con una señora de una edad mayor muy alegre, también había una pareja de una chica rubia que tenía buena técnica para bailar (pues sus movimientos de baile eran muy cuidados) con un señor bastante alto, de piel blanca rosácea, (debo mencionar que la cara de la joven era poco satisfactoria) y una pareja más de una chica pelirroja con un joven, al cual Víctor, clasifico de gay.
Era muy interesante ver que la pista sin música, así fueran tan solo unos segundos, se liberaba de los parejas; bastaba que los músicos comenzaran a tocar para volver a llenarla, las mesas se vaciaban por completo, parecía que las personas solo iban a eso, a bailar.
Pasando la noche una pareja captó mi atención; era una señora de unos 60 años muy elegante, de vestido negro, tacones y perlas en el cuello, estaba junto a quien, supuse, era su esposo, un señor de la misma edad, pelo cano, camisa y pantalón muy cuidados. Llamaron mi atención porque tenían un baile muy elegante, se integraban de una manera increíble, parecía que él conocía los movimientos de ella y ella a su vez, sabia que él los conocía (el lugar me dio tiempo para suponer muchas cosas). Comente a David lo que pensaba, le dije que ellos me daban la impresión de respetar mucho el baile, como aquellas personas que vemos en las películas que entregan el alma en la pista, estuvo de acuerdo.
La música sonó al ritmo del paso doble, no sabia que eso existiera, durante algunos minutos la pareja que les comenté (de los señores esposos) fue la única en la pista, daban pasos largo y hacían movimientos con las manos, no dejaba de sorprenderme como la señora durante el baile tenia una postura muy elegante, con la cara al frente, seria y sin titubear tomaba a su marido, quien expresaba una cara de satisfacción y orgullo.
Durante la noche me dispuse a ver el lugar y aprovechar para buscar a una chica que estuviera sola, pues Víctor nos había expresado que él iba a divertirse, que iba a bailar pues no sentía que el casino Veracruz fuera un lugar muy ajeno a los sitios que concurría. Tuvimos algunas opciones que a Víctor le parecieron un poco grandes de edad; después de una larga espera, la chica rubia que comentaba que tenia técnica para bailar estaba sola, rápidamente se lo hice saber a Víctor, quien sin perder tiempo fue a invitarla a bailar pues ya le había “echado el ojo” desde que llegamos.
La música sonó nuevamente y comenzaron a bailar, hay que mencionar que Víctor lleva mucho tiempo bailando salsa por lo cual, sumado a la habilidad que tenia la joven de 27 años (dato que después descubrimos), sobresalían en la pista. Como he tomado clases de salsa también, pude ver pasos como el “70” mezclado con “el sombrero” algunos giros y “adornos” (movimientos delicados y poco percibidos en las manos pero que dan un toque de distinción en el baile) sobre la pista.
Termino la primera canción y mientras esperaba que la pareja de Víctor se fuera a sentar, como parecía el patrón a seguir de las personas, me sorprendió que se quedara con él, parecía haberle gustado bailar con Víctor como pareja, y así estuvieron durante tres o cuatro canciones seguidas.
Sonó un ritmo que Víctor y su pareja de baile desconocían, les tomo unos segundos darse cuenta que no era lo que les gustaba bailar; Víctor con amabilidad acompaño a la joven a su asiento quien le dijo que volviera por ella o al menos algo similar nos comento él. Sin tardar más en el lugar, pedimos la cuenta, fueron 150 pesos lo que gastamos en las bebidas. Me levante de la mesa y le di la propina al mesero, quien no tardo en expresar un “muchas gracias, que les valla bien”. Ultima frase que me dejo una sonrisa en el rostro.

 Ricardo Díaz
Reflexión Personal.
De la visita al casino Veracruz me di cuenta de que vivimos marcados por los estereotipos; de ello me cuesta entender que, creo, sabemos que los tenemos, pero están tan arraigados en nosotros que nos dejamos influenciar tanto por éstos que terminan controlando nuestra actitud con los demás.
Cuando comencé a tocar el tema, a partir de la lectura de Kapuscinsky, me di cuenta que nos tomo mucho tiempo intentar acercarnos a los demás. Por un momento pensé que a través de los años se había logrado mucho avance en el tema, pues ahora teníamos la capacidad de encontrarnos con los demás debido a que contamos con las facilidades de encuentro con la diversidad que existe en el mundo (incluyéndonos como parte de la diversidad), pero me he dado cuenta que aun estamos empezando a aprender a encontrarnos con los demás.
Creo que apenas nos empezar a acercar a los demás porque aun vivimos con la mentalidad de que los demás son “El Otro” y que desde ahí comenzamos a tener una barrera que nos impide entender a las personas que tienen estilos de vida y modos de pensar diferentes a los nuestros. Me parece que ya no se trata de ver a los demás así, como el otro, se trata de darnos cuenta que todos somos seres humanos que tenemos personalidades diferentes y vivimos en circunstancias diferentes, no mejores o peores, simplemente diferentes.
Lo mencione en mi análisis de la lectura de Kapuscinsky, creo que no se trata de encontrarnos como el otro, sino de ofrecerle a los demás lo que somos, como pensamos, como vemos y vivimos las cosas pero también se trata de que ellos hagan los mismo, porque nunca dejaremos de tener dos papeles en las relaciones humanas, siempre seremos nosotros (el personaje principal) pero también los otros.

1 comentario:

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