El
miércoles por la noche me dispuse a prepararme para ir al “Casino
Veracruz”; tuve que buscar donde se localizaba tal sitio en
internet. Por alguna extraña razón dejé la pagina del Casino
abierta, para mi sorpresa cuando salí de bañarme el ambiente ya
estaba en el aire al ritmo del “Negrito Sorullo”.
Alrededor
de las 10 de la noche, la hora que habíamos establecido encontrarnos
los compañeros, estaba frente al Casino Veracruz, debo admitir que
el lugar me parecía desolado y peligros pues pocas luces se veían
en la calle y algunas paredes tenían grafiti. Al estar ahí pude
escuchar las mañanitas que toco el grupo musical, felicitaban a Lety
o Bety realmente nunca lo supe.
Supongo
que, como mal habito que tenemos, no era de sorprenderse que tuviera
que esperar a mis compañeros algunos minutos, el primero en llegar
fue Víctor. Su primer comentario, después de un “Hola” claro
está, fue que pensaba que el lugar era diferente, un poco mas “feo
y peligros” o al menos eso expreso; a penas le estaba comentando
que a mi no me parecía un lugar “tan seguro” cuando vi pasar por
la calle dos chicas y un joven en bicicletas, situación que me hizo
pensar que tal vez no era un lugar inseguro, solo que a mí me lo
parecía porque nunca antes había estado ahí.
Minutos
después llego David, estacionó el carro frente al casino, Víctor
dijo algo, no recuerdo qué, pero utilizo el termino franelero para
referirse a un señor, de unos 50-55 años, que te daba indicaciones
para estacionarte, me pareció interesante que él señor le dijera,
“¿Cómo que franelero? Ya me fregaste bien gacho”, pensé que no
se sentía cómodo con el término, a lo que Víctor, un poco
apenado, pidió disculpas.
Nos
dispusimos a entrar, la inspección de seguridad fue inevitable, solo
que pude notar que no fue tan exhaustiva como con otras personas,
puesto que en mis minutos de espera me dispuse a ver detalles como
esos. Entramos y decidimos tomar una mesa cerca de los músicos, con
la excusa de que ahí veríamos mas cosas que suceden en el lugar, en
ese momento me sentí extraño, sentí que de pronto íbamos a
estudiar el ambiente del Otro como si fuera alguien raro y no a
encontrarnos con él.
Tomamos
una mesa para seis, solo éramos tres pero esperábamos que llegara
un amigo de Víctor. Pronto se acercó el mesero, un señor de unos
40-45 años de bigote y un poco gordito, nos proporciono un menú,
pedimos una cerveza, una michelada y un refresco (si, el refresco fue
para mi). Sin más tardanza llegó el encargo acompañado de unas
servilletas y un muy sincero, percibí yo, “Que se diviertan
mucho”.
El
lugar estaba aun cuarto, poco mas quizás, de su capacidad, eran
mesas cubiertas con manteles azules y sillas plegables de fierro con
cojines negro, una pista de baile con un techo que tenia un material
que permitía se reflejaran las personas bailando, un escenario para
lo músicos con un techo de espejos en forma de picos. En la mesa de
a lado había nueve personas, dos globos y un pastel, supuse que era
la cumpleañera que habían felicitado los músicos minutos antes,
otra mesa más que llamó mi atención tenia personas de diferentes
edades, parecía una familia, mas tarde descubrí que había ido a
celebra algo, no supe que, los músicos lo hicieron evidente.
La
pista de baile era el alma del lugar, bastaba que comenzara una
canción para llenarla de personas de casi todas las edades (digo que
casi porque no vi a alguien de nuestra edad en el lugar). Había
parejas que parecían de la misma edad, una de un joven de unos
25-30 años con una señora de una edad mayor muy alegre, también
había una pareja de una chica rubia que tenía buena técnica para
bailar (pues sus movimientos de baile eran muy cuidados) con un señor
bastante alto, de piel blanca rosácea, (debo mencionar que la cara
de la joven era poco satisfactoria) y una pareja más de una chica
pelirroja con un joven, al cual Víctor, clasifico de gay.
Era
muy interesante ver que la pista sin música, así fueran tan solo
unos segundos, se liberaba de los parejas; bastaba que los músicos
comenzaran a tocar para volver a llenarla, las mesas se vaciaban por
completo, parecía que las personas solo iban a eso, a bailar.
Pasando
la noche una pareja captó mi atención; era una señora de unos 60
años muy elegante, de vestido negro, tacones y perlas en el cuello,
estaba junto a quien, supuse, era su esposo, un señor de la misma
edad, pelo cano, camisa y pantalón muy cuidados. Llamaron mi
atención porque tenían un baile muy elegante, se integraban de una
manera increíble, parecía que él conocía los movimientos de ella
y ella a su vez, sabia que él los conocía (el lugar me dio tiempo
para suponer muchas cosas). Comente a David lo que pensaba, le dije
que ellos me daban la impresión de respetar mucho el baile, como
aquellas personas que vemos en las películas que entregan el alma en
la pista, estuvo de acuerdo.
La música sonó al ritmo del paso doble, no sabia que eso existiera,
durante algunos minutos la pareja que les comenté (de los señores
esposos) fue la única en la pista, daban pasos largo y hacían
movimientos con las manos, no dejaba de sorprenderme como la señora
durante el baile tenia una postura muy elegante, con la cara al
frente, seria y sin titubear tomaba a su marido, quien expresaba una
cara de satisfacción y orgullo.
Durante
la noche me dispuse a ver el lugar y aprovechar para buscar a una
chica que estuviera sola, pues Víctor nos había expresado que él
iba a divertirse, que iba a bailar pues no sentía que el casino
Veracruz fuera un lugar muy ajeno a los sitios que concurría.
Tuvimos algunas opciones que a Víctor le parecieron un poco grandes
de edad; después de una larga espera, la chica rubia que comentaba
que tenia técnica para bailar estaba sola, rápidamente se lo hice
saber a Víctor, quien sin perder tiempo fue a invitarla a bailar
pues ya le había “echado el ojo” desde que llegamos.
La
música sonó nuevamente y comenzaron a bailar, hay que mencionar que
Víctor lleva mucho tiempo bailando salsa por lo cual, sumado a la
habilidad que tenia la joven de 27 años (dato que después
descubrimos), sobresalían en la pista. Como he tomado clases de
salsa también, pude ver pasos como el “70” mezclado con “el
sombrero” algunos giros y “adornos” (movimientos delicados y
poco percibidos en las manos pero que dan un toque de distinción en
el baile) sobre la pista.
Termino
la primera canción y mientras esperaba que la pareja de Víctor se
fuera a sentar, como parecía el patrón a seguir de las personas, me
sorprendió que se quedara con él, parecía haberle gustado bailar
con Víctor como pareja, y así estuvieron durante tres o cuatro
canciones seguidas.
Sonó
un ritmo que Víctor y su pareja de baile desconocían, les tomo unos
segundos darse cuenta que no era lo que les gustaba bailar; Víctor
con amabilidad acompaño a la joven a su asiento quien le dijo que
volviera por ella o al menos algo similar nos comento él. Sin tardar
más en el lugar, pedimos la cuenta, fueron 150 pesos lo que
gastamos en las bebidas. Me levante de la mesa y le di la propina al
mesero, quien no tardo en expresar un “muchas gracias, que les
valla bien”. Ultima frase que me dejo una sonrisa en el rostro.
Ricardo Díaz
Reflexión
Personal.
De la
visita al casino Veracruz me di cuenta de que vivimos marcados por
los estereotipos; de ello me cuesta entender que, creo, sabemos que
los tenemos, pero están tan arraigados en nosotros que nos dejamos
influenciar tanto por éstos que terminan controlando nuestra actitud
con los demás.
Cuando
comencé a tocar el tema, a partir de la lectura de Kapuscinsky, me
di cuenta que nos tomo mucho tiempo intentar acercarnos a los demás.
Por un momento pensé que a través de los años se había logrado
mucho avance en el tema, pues ahora teníamos la capacidad de
encontrarnos con los demás debido a que contamos con las facilidades
de encuentro con la diversidad que existe en el mundo (incluyéndonos
como parte de la diversidad), pero me he dado cuenta que aun estamos
empezando a aprender a encontrarnos con los demás.
Creo
que apenas nos empezar a acercar a los demás porque aun vivimos con
la mentalidad de que los demás son “El Otro” y que desde ahí
comenzamos a tener una barrera que nos impide entender a las personas
que tienen estilos de vida y modos de pensar diferentes a los
nuestros. Me parece que ya no se trata de ver a los demás así, como
el otro, se trata de darnos cuenta que todos somos seres humanos que
tenemos personalidades diferentes y vivimos en circunstancias
diferentes, no mejores o peores, simplemente diferentes.
Lo
mencione en mi análisis de la lectura de Kapuscinsky, creo que no se
trata de encontrarnos como el otro, sino de ofrecerle a los demás lo
que somos, como pensamos, como vemos y vivimos las cosas pero también
se trata de que ellos hagan los mismo, porque nunca dejaremos de
tener dos papeles en las relaciones humanas, siempre seremos nosotros
(el personaje principal) pero también los otros.
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